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     - Miren nada más a quien tenemos aquí, a la pequeña Mary Moore- dijo una voz burlona tras de ella- Ya veo que como siempre te estas atascando de pasteles, quizás deberíamos coger  algunos antes de que te acabes toda la comida con tu glotonería.
     - No, por favor, que no me ridiculicen frente al delicado ángel qué vi hace unos momentos- Pensó Mary, girándose a mirar a Noel Cornwall, el cual como siempre iba seguido de un montón de seguidores.
     - Yo no se por que mi padre siempre insiste en invitarles a ti y a tu familia a nuestras fiestas, a mi parecer si tu no vinieras, entonces papa se ahorraría una fortuna en los alimentos- Dijo Noel  de manera provocativa, mientras sus amigos se carcajeaban de las ocurrencias del muchacho y le daban su apoyo con comentarios despectivos, hacia Mary.
     Después jalándola del brazo, Noel  se giro a ver a sus amigos- ¡Hey chicos!, ¿Qué les parece si vemos cuantos pasteles es capaz de comer esta cerdita?
     Ella sentía tanta vergüenza, que estaba segura que si pudiera verse ahora mismo desnuda en un espejo de cuerpo completo, estaría sonrojada hasta las puntas de los pies, debido también a la pena que tenia, trato de no jalonearse con Noel, si lo hacia solo provocaría una escena, que seguramente terminaría de cualquier forma con su ridiculización, lo más probable seria que su padre terminara culpándola arguyendo cosas sobre su persona que la harían sentir aun más tonta.
      A demás se encontraba su angelical joven de cabello rubio, por alguna razón Mary sentía que podía enfrentarse a todas las peores cosas de este mundo, menos a una mirada burlona en los ojos de el.
     Ya las muñecas de la mano le ardían de tan fuerte que la jalaba Noel, estaba segura que al día siguiente le aparecerían unos enormes cardenales alrededor de donde el chico la estaba apretando.
     Mientras el grupo de revoltosos muchachos comenzaron a llevársela hacia el lugar más apartado del jardín, ella alzo el rostro buscando a su madre o rezando por que alguien los viera y acudiera a auxiliarla, pero como suele suceder en los peores momentos, la cosa que más temía ocurrió, el único que parecía estar poniendo atención a lo que le sucedía  era el joven de blanco.    
     Su mente comenzó a nublarse y de repente se sintió como si estuviera viendo la escena desde afuera, como si la persona que estaba sufriendo ese abuso no fuera ella. Después de haber sufrido tantos incidentes parecidos, Mary había aprendido a que si intentaba con  todas sus fuerzas apartar sus pensamientos cuando le hacían esas cosas, después el dolor no seria tan poderoso como lo era cuando permanecía en sus cinco sentidos. Quizás fue por  su alejamiento que no se dio cuenta de inmediato de lo que pasó a continuación, cuando ella quiso reaccionar ya  estaba envuelta por un par de brazos. Una voz suave pero firme hablo a espaldas de ellos.
      - No escuche a la dama decir que aceptaba irse con ustedes Cornwall.
     - ¿Y a ti que te importa Wolf?
     - Si una chica indefensa es atacada por un  montón de rufianes, me parece que es deber de cualquier caballero hacerlo parte de su responsabilidad. ¿Tu que opinas André?- Dijo un joven de cabello plateado.
     -Definitivamente te apoyo en eso Andrew.- le contesto su hermano mientras bajaba la mirada hacia la chica que tenia escondida entre los brazos.
     - No…Nosotros no la estábamos atacando- contesto Noel trastabillando por la vergüenza al principio, pero intentándole dar un toque fanfarrón a  su contestación, ya que sus amigos lo estaban observando y no podía rendirse ante los dos rubios que llegaron para retarlo, aun si estos eran más altos que el. Después de una manera más firme y volteó a ver a Mary- Diles tu, ¿te estábamos molestando?
     En ese momento ella se sentía en la gloria dentro de los brazos de su ángel, el cual gracias al otro príncipe, ahora sabía que se llamaba André. Sus brazos le proporcionaban un sentimiento de seguridad, mientras que su pecho le hacia sentir una calidez, que no había experimentado nunca antes. Pero las palabras de su antiguo agresor la sacaron de su paraíso, cuando giro el rostro para verle, descubrió la mirada de advertencia que le lanzaba, como si estuviera retándola a decir la verdad. Estaba segura de que si la expresaba, después el se lo haría pagar con creces, ese pensamiento le hizo encogerse en  los brazos de André y se acerco más a su pecho.
     Un gesto que no paso desapercibido a los ojos del príncipe plateado, frunciendo el seño volteo a ver a los chicos. Se dirigió hacia el que traía cargando la bandeja de pasteles y tomo uno, una vez hecho esto, se giro hacia el hijo de los Cornwall, le alzo el rostro y de repente le oprimió las mejillas haciéndole abrir la boca para meterle dentro el pastelillo completo.

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